Nulla dies sine linea

La frase tiene su origen en Plinio el Viejo (Historia natural, XXXV, 84), donde se atribuye la sentencia al pintor griego Apeles de Colofón, de quien se dice que no pasaba ningún día sin pintar al menos una línea.

[n 1]​ La frase aparece citada como proverbio por primera vez en la compilación Proverbiorum libellus del humanista italiano Polidoro Virgilio, en 1498.

En su significado original, por lo tanto, no se refiere a una línea de texto.

[2]​ Sin embargo, esta locución ha sido a menudo empleada por muchos escritores con este último significado.

También aparece en el despacho del escritor flamenco Stijn Streuvels, en su casa de Ingooigem, y fue empleada también por Jean-Paul Sartre en su autobiografía Les Mots: «Escribo siempre.