Novillada

Antiguamente se llamaba «novillada» a toda corrida que tenía lugar en las plazas públicas de los pueblos, sin reglas estrictas y con lidiadores aficionados, es decir, eran el equivalente a lo que hoy se denomina «capea».

En esos tiempos, en que aún no estaba fijada la forma definitiva del ritual, no era posible distinguir claramente entre novilladas corridas de toros.

A finales del siglo XVIII y primera mitad del XIX era frecuente que se convirtieran en espectáculo de pantomima y mojiganga, con toros embolados (con fuego en las astas) sin puntas y acompañados de fuegos artificiales, a veces incluidos en el mismo programa con lidias serias.

La mojiganga fue decayendo con el tiempo y la novillada adoptó la forma actual, con toreros principiantes que lidiaban y daban muerte a toros de puntas.

En la actualidad, las novilladas se celebran con el mismo orden y rigor que las corridas de toros, con las dos únicas diferencias del tamaño, la edad o condición de las reses y de que el matador no ha recibido la alternativa.

Novillada sin caballos en la plaza de toros de El Puerto de Santa María .