Nicolas Faret

Se convirtió en secretario de Henri de Lorraine, conde de Harcourt, un noble casi arruinado por el juego, lo siguió en sus campañas militares, dedicándole en 1623 el tratado Des vertus nécessaires à un prince pour bien gouverner ses sujets (Virtudes necesarias para un príncipe para gobernar bien a sus súbditos).En las reuniones con los otros literatos, Faret lanzó la idea de fundar un círculo literario.Boisrobert le habló al cardenal Richelieu que diseñó la idea de una Academia controlada por el gobierno: nace así la Academia francesa y Faret fue el noveno miembro.A Richelieu también le dedicó una oda, Pour Monseigneur le Cardinal de Richelieu (Para Monseñor, el cardenal de Richelieu), que está considerada como una de sus mejores obras.Hoy está casi olvidado o más bien, se le recuerda más por un verso de Nicolás Boileau que lo cita: «se ve, con Faret, desgarrar de sus versos los muros de un cabaret».