Tras diez años viviendo fuera de la comunidad judía, fue bautizado y profesó como franciscano.
Con un evidente ánimo de venganza, intervino en la persecución de los judíos franceses (tres mil muertes y quinientas conversiones en Bretaña, Poitou y Anjou) que se produjo de forma simultánea a las Cruzadas.
En 1238 Donin fue a Roma, donde denunció ante el papa Gregorio IX treinta y cinco artículos del Talmud como blasfemos desde el punto de vista cristiano, especialmente por cuestionar la virginidad de María y la encarnación divina de Cristo.
La comisión real concluyó que los libros debían quemarse.
En 1242 fueron llevadas al fuego veinticuatro carretadas, con unos doce mil libros, muchos de los cuales no serían el Talmud, sino cualquier otra literatura en hebreo.