Unos 17.200 no volvieron e hicieron sus vidas sin sus familias y solos en tierra extraña.
[12] Varios de los traslados se realizaron en barcos mercantes, en los que los menores viajaban hacinados en las bodegas.
[17] Entre los niños y sus familiares también existía el convencimiento de que su paso por Rusia sería corto, y en sus testimonios confirman que se sentían felices ante la aventura del viaje a un país extranjero.
[12][21] La vida en general en las Casas de Niños es recordada por los mismos como un paréntesis alegre entre las dos guerras cuyas consecuencias sufrirían.
Sin embargo, también se dieron casos de represaliados por la propia Unión Soviética.
Su petición de "menos marxismo y más matemáticas" supuestamente le habría costado el Gulag.
En esta última localidad, en agosto de 1942, el ejército nazi capturó en una incursión a dieciséis (o catorce, según las fuentes) niños españoles, que fueron entregados a la Falange para su repatriación en diciembre, e inmediatamente convertidos por las autoridades franquistas en baza propagandística.
[30] Varias fuentes refieren la existencia de bandas dedicadas a perpetrar hurtos.
Entre ellas, el militar republicano Valentín González El Campesino refiere la existencia de una en Kokand formada por niños españoles que se negaban a mezclarse con niños rusos, y que incluso utilizaban la bandera de la República española como emblema.
Curiosamente, refiere González, cuando alguno de aquellos niños era capturado y ejecutado, no lo era en su calidad de bandido, sino como supuestos "falangistas" que hubieran sido traídos a la Unión Soviética durante la guerra civil.
[31] Las colonias infantiles donde los niños habían sido trasladados comenzaron a sufrir los rigores de la guerra.
Aunque los miembros del colectivo seguían, al menos nominalmente, bajo la protección del Partido Comunista Español, la Cruz Roja y otras instituciones y sindicatos soviéticos, en numerosas ocasiones el entonces dirigente del PCE y exiliado en la Unión Soviética, Jesús Hernández hubo de presionar a las autoridades para que proporcionaran los artículos más elementales para la supervivencia de los menores: alimentos, medicinas, calefacción.
[33] Cabe señalar que diversos testimonios critican la actitud del PCE, contrario al retorno de los niños a España.
En ese sentido, el escritor y ensayista Daniel Arasa apunta: La vuelta a España de los niños deportados, especialmente los que estaban en la Unión Soviética, seguía considerándose por el régimen franquista un objetivo político a perseguir.
Sea como fuere, el régimen siempre sospechó que los "niños" repatriados pudieran ser agentes filocomunistas.
El traslado se organiza con discreción, aunque no deja de tener un componente publicitario paradójico: el régimen intenta aparecer como "salvador" del peligro soviético a aquellos que marcharon como menores.
[15] Las estancias vacacionales en España estaban permitidas para los que hubieran permanecido veinte años en la Unión Soviética.
[44] Posteriormente, en 1994, obtendrían el derecho a recibir pensiones de jubilación, invalidez y supervivencia.
[45] Dicha ley incluye asimismo mecanismos para la cobertura sanitaria cuando esta fuese insuficiente en el lugar de residencia.