El chamanismo siberiano ya utilizaba la svástika hace 10.000 años, se la encuentra también en pueblos nativos americanos y en el jainismo de la India.
Destacan principalmente Asatrú (reconstruccionismo nórdico o germánico), el neopaganismo eslavo (o Rodnoveria), el politeísmo helénico, la religión romana,[7] el druidismo (celta),[8] la mitología guanche en las Islas Canarias (España),[9] las religiones precristianas de los países bálticos como la Romuva (Lituania)[10] o Dievturība (Letonia),[11] el tengrismo (monoteísmo húngaro-altaico) y distintas formas de neochamanismo, así como, en menor medida, los cultos a Mitra y a deidades egipcias de la época faraónica.
Desde 1998 existe un Congreso Mundial de Religiones Étnicas,[12] cuya sede central se encuentra en Lituania.
Hablando de la creación en el ámbito pagano, emerge la diferencia en relación con los cultos judíos y cristianos.
La visión de la wicca es muy similar a lo descrito, aunque hunde sus propias raíces en el dualismo: el principio que emana del cosmos y anima la creación no es único, sino dual.
Los lugares naturales son, en la situación actual que ve una escasa presencia de templos estables, las mejores zonas en las cuales se puedan celebrar los ritos, prácticas y misterios divinos.
Los rituales, además, esta vez se diversifican en la corriente neopagana: en la wicca hay un ritual llamado «atadura de manos», que prevé, como se deduce a través del nombre, que las manos de los esposos están unidas en un lazo para formar un nudo.
Esta práctica matrimonial es en realidad muy antigua, y representa a otros grupos tanto neopaganos como wiccanos.
Otros rituales comunes, que tienden a abrazarse con el paso del tiempo, deviniendo en una liturgia codificada como la misa cristiana, existen una serie de rituales no codificados o simples expresiones de fe que cada pagano desarrolla tras los muros domésticos.
Todas las religiones neopaganas tienen en común un sentido ético similar, el cual pone el acento sobre el respeto a la naturaleza.
La misma vida de hoy, por los creyentes neopaganos, es circular: atraviesa tres fases, el nacimiento, el crecimiento y la vejez.
Cada cual puede seguir la carrera espiritual que siente más cercana a sus exigencias, sea de raíces indoeuropeas o abrahámicas.
En la doctrina pagana no existe la contraposición bien-mal, puesto que son conceptos de la mente humana.
El bien y el mal, en realidad, no existen, porque es la misma persona quien tiende a etiquetar las cosas creadas como positivas o negativas.
El sexo libre, la homosexualidad y el progreso científico (aunque las religiones abrahámicas no se oponen a este último) no son vistos como una impiedad o violaciones de la naturaleza, la ciencia es vista como un medio a través del cual se pueden conocer las leyes que gobiernan el cosmos.
El neopaganismo es mayoritariamente esotérico porque propone a sus fieles un encuentro directo con la dimensión oculta de la naturaleza, enfatizando el significado estático y subrayando la emanación del poder divino que destaca la transcendencia.
Las prácticas mágicas no son todavía mayoritarias, pero se utilizan como elemento ritual que canaliza la energía cósmica para favorecer el contacto con las fuerzas divinas.
Hoy es predominante un símbolo, el cual proviene de la religión grecorromana, el pentáculo que puede ser utilizado por todas las variedades del neopaganismo porque tiene mucha simbología.
Para Jean Marquès-Rivière, 'Amuletos, talismanes y pantáculos', el pentalfa o pantáculo sería un símbolo que remite a 'ése que los griegos llaman Apolo, y los judíos, Abaddón el exterminador' (Apoc 9:11) Proponen el Pentáculo como la energía emanada de la divinidad, sobre la cual está fundado todo el orden del cosmos: ella, mediante las fuerzas ocultas creadas, se condensa formando los átomos de la materia y, por consiguiente, la materia misma, la cual sería otra cosa que la manifestación física del Dios.
Los otros elementos representan, generalizando, las fuerzas divinas que hacen perennemente el universo, forjándolo y dando origen a la vida.
Generalmente es puesto en los altares, siendo considerado un símbolo en grado de evocar las fuerzas misteriosas del cosmos, pero aunque generalmente es utilizado como amuleto para colgar del cuello, en particular por el clero (como la cruz de los cristianos, que se ponen los sacerdotes, monjes y fieles).
La wicca tiende a tener como símbolo propio el pentáculo, significa el equilibrio entre los cuatro elementos del mundo (aire, tierra, agua y fuego) con el espíritu.
También tienen el Ojo de Horus (o udjat) y el disco solar del dios Atón, en el cual la divinidad tiende a manifestarse en el cosmos.
En ásatrú tiende a tener como símbolo propio el Mjolnir, que representa protección, la consagración, la justicia.
Entre ambos representan la triple naturaleza de la divinidad: la triquetra, como todos los símbolos paganos, es el más difundido pero no se conoce su origen.