Pero ocasionalmente hay obituarios que son publicados, ya sea accidentalmente o en forma intencional, mientras la persona aludida sigue viva.
[4][5] El autor irlandés Brendan Behan en su momento dijo que no existe tal cosa como mala publicidad excepto tu propio obituario.
A este respecto, algunas personas malintencionadas buscan hacer que un editor de periódico desprevenido publique un aviso fúnebre u obituario en forma prematura, como una broma maliciosa, quizás para vengarse del supuesto «fallecido».
Sujetos del pasado de los que se ha ocupado esta publicación, van desde Ray Charles hasta Uday Hussein.
Los medios ingleses nombraron la siguiente temporada a Australia (1882–83) como la misión que debía recuperar estas cenizas.