Se autosacrificó en la hoguera Teotezcalli realizada por los dioses en la asamblea en Teotihuacán para convertirse en el Quinto Sol.
Estas no estaban cubiertas con su sangre, como era la tradición, sino que eran espinas de coral rojo.
Cuatro días se mantuvo el fuego, a la medianoche del último día programado para la creación del nuevo Sol, los dioses se reunieron alrededor de una gran hoguera preparada para la próxima cremación de los dos dioses; la finalidad era transformarse en estrellas brillantes.
Así fue, radiante y resplandeciente apareció en el oriente un imponente Sol que más tarde sería conocido como Tonatiuh.
[5] A partir del sacrificio de todos los dioses, los nuevos hombres quedarían para siempre en deuda con ellos, por lo que deberían presentar sangre propia y ajena en ofrendas.
A pesar del sacrificio de los dioses, el Sol no se movió.
Ésta es la historia que contaban los viejos sobre el nacimiento del Sol y la Luna.
Antes de poder convertirse en soles para alumbrar el mundo, los dos dioses tenían que hacer regalos y ofrendas.
Para ello les construyeron dos gigantescos templos en forma de pirámide que aún ahora se pueden ver en Teotihuacán.
Cada uno se sentó arriba de su pirámide y estuvo ahí cuatro días, sin comer ni dormir.
Para estos hombres, Quetzalcóatl encontró el maíz, que se consideraba un elemento sagrado.La piedra del Sol o Calendario Azteca, refleja estas cinco edades o cinco soles y también sirvió a los antiguos mexicanos para los cálculos astrológicos.
Justo en el primer círculo del calendario, se puede observar a los cinco soles generadores de vida.