[3] En 1989, el presidente Mohammad Najibulá, ante el temor de la victoria fundamentalista en la Guerra Civil, ordenó sacar del Museo de Kabul 22.000 tesoros arqueológicos afganos y esconderlos en cofres del Banco Central de Afganistán en las bóvedas subterráneas del palacio presidencial, donde quedaron guardadas bajo siete llaves, cada una de ellas entregada a una persona diferente, sin que esas personas supieran quiénes eran las demás, teniéndose que reunir todas con todas las llaves para poder abrir los cofres.Tras la caída del régimen talibán, se pudo dar con las siete llaves y reabrir la bóveda.En sus inicios, la colección que albergaba llegó a ser una de los más importantes en Asia Central.Una de las grandes joyas que albergó el museo, fue parte del tesoro Mir Zakat, un depósito muy inusual que contenía una 11.500 monedas del siglo IV a. C. al siglo III d. C., en parte, publicadas por DAFA.[8] Después de 30 años ocultando los tesoros que escondía el museo para evitar saqueos, en 2003 se empezó a reconstruir el museo y a restaurar las piezas que se pudieron salvar del pillaje y la destrucción.