En los años previos a su muerte, había estado recibiendo tratamiento para la diabetes, así como el endurecimiento de las arterias en su corazón.
[2] A principios de la década de 1990 Corea del Norte estaba aislada del mundo exterior, excepto para el comercio limitado y los contactos con China, Rusia, Vietnam y Cuba.
Su economía estaba paralizada por enormes gastos en armamentos y el sector agrícola fue incapaz de alimentar a su población.
Después del infarto su hijo Kim Jong-il ordenó irse al equipo de médicos que estaban constantemente al lado de su padre, y llamó a los mejores médicos del país para ser llevados a la capital Pionyang.
Su muerte fue declarada treinta horas más tarde, respetando el tradicional período de luto confuciano.