Motor de retroceso

Su patente fue concedida a Bertrand «Fred» Francis en 1952, como mecanismo de relojería sin llave.

Algunos motores tienen un embrague unidireccional interno que permite enrollarlos con un movimiento de vaivén.

Estos pueden enrollarse por separado y luego lanzarse juntos soltando sus gatillos de muelle.

Son voluminosos y menos potentes, pero requieren poca sofisticación en su fabricación: los resortes helicoidales, aunque aparentemente simples, exigen una metalurgia del acero muy desarrollada.

Por este motivo estos juguetes suelen ser de fabricación casera o artesanal.

Coche modelo Darda propulsado por un motor de retroceso