Ambas presentan escasa vegetación compuesta por plantas rupícolas y matorral rastrero, con singularidades de probable origen ornitocoprófilo.
Entre ellas, destacan especies amenazadas como la pardela cenicienta (Calonectris diomedea) y el paíño europeo (Hydrobates pelagicus) u otras como la gaviota patiamarilla (Larus michahellis).
Entre las terrestres que habitan el litoral adyacente están la garceta común (Egretta garzetta), la garcilla bueyera (Bubulcus ibis), la collalba negra (Oenanthe leucura), la grajilla común (Corvus monedula), el vencejo común (Apus apus) o el pálido (Apus pallidus).
Destacan en ellos las praderas de posidonia (Posidonia oceanica), planta acuática exclusiva del mar Mediterráneo que proporciona refugio y alimento a múltiples especies de peces, crustáceos, cefalópodos e invertebrados.
Ambas islas poseen además un gran valor paisajístico, con llamativos afloramientos volcánicos.