Si bien en Estados Unidos tuvimos a Edwin S. Porter experimentando con los primeros conceptos de montaje, por ejemplo con su film "Asalto y Robo a un Tren", donde observamos una edición dinámica, con escenas tomadas en distintos lugares, que permiten recrear una imagen mental en la cabeza del espectador, fueron los cineastas rusos quienes profundizaron en estos aspectos para poder enriquecer el lenguaje cinematográfico tal y como lo conocemos en la actualidad.
En esta línea, el cine ruso revolucionario surgió como una contraposición a su par norteamericano, buscando una mayor construcción de sentido en sus films con un objetivo propagandístico.
Por último, Serguéi Eisenstein fue uno de los directores que probablemente más hayan hecho por el lenguaje cinematográfico, elaborando la noción del montaje intelectual o ideológico.
Aunque en los dos ejemplos citados hasta ahora parecen indicar lo contrario, este efecto no se limita a las expresiones faciales.
Eisenstein (ayudante de Kuleshov) profundizó en la costumbre que tenemos y creí toda una teoría cinematográfica basada en este fenómeno.