El milagro de aparición del icono fortaleció la fe y esperanza de Dmitri y el santo príncipe dijo las siguientes palabras: “Todo esto calentó mi corazón”.
Las visitas regulares del zar Miguel I, y luego Alejo I, en sus peregrinaciónes, contribuyeron al desarrollo significativo y al bienestar del monasterio en el siglo XVII.
En 1833 en el monasterio vivían tan solo seis monjes, así que se estaba resolviendo la cuestión acerca de su encierro.
En este año el metropolitano de Moscú, Filareto decidió nombrar al abad Ignacio Brianchanínov como gobernador del monasterio y a través del Sínodo le llamó a San Petersburgo donde él estaba en aquel momento.
En noviembre de 1874 en este monasterio Konstantin Leontyev se convirtió en novicio[2] pero en la primavera del siguiente año abandonó por discrepancias con el abad Pimen.