Con esta fundación monacal se pretendía repoblar y explotar los recursos de la zona, en la cuenca del río Boeza, y así reforzar el reino cristiano asturleonés frente a la cercanía del imperio musulmán.
Cuando años después la abadía carracetense adoptó la regla del Císter, el Monasterio de San Miguel, como su filial, hizo lo propio.
En 1505 San Miguel fue reducido a priorato dependiente del, también berciano, Monasterio de San Guillermo de Villabuena (fundado en 1229), exclaustrado y sus rentas destinadas al colegio que los cistercienses establecieron en Salamanca.
En el siglo XIX, la Desamortización acarreó a las monjas una exclaustración que se prolongó durante 26 años.
Las diversas tonalidades cromáticas del aparejo y las cubiertas apizarradas a cuatro aguas dan lugar a un monasterio de aspecto sobrio y rústico, perfectamente integrado en el paisaje, aunque no exento de monumentalidad.
Se accede al templo por una portada barroca clasicista abierta en el muro del Evangelio (norte).
El espacio consiste en una única nave de seis tramos con un pequeño crucero y, en la cabecera, presbiterio rectangular.
Los arcos apean sobre ménsulas que se prolongan en pilastras toscanas de sección prismática y festón vertical cóncavo.
El más notable es el Retablo Mayor, típica mazonería dorada barroca profusamente decorada, de hacia 1700, consistente en predela, cuerpo de tres calles separadas por columnas salómónicas con ornato vegetal y ático semicircular, es decir, un retablo hexástilo.
San Miguel, en actitud guerrera y venciendo al Diablo, se sitúa en el ático.
Todos ellos acogen tallas de bulto redondo del santo al que van dedicados.
En el piso inferior, las dos arquerías más próximas a las esquinas están cegadas, abriéndose en su lugar vanos aventanados rectangulares.
Las crujías se cubren con bóveda de cañón con lunetos, cuyos arcos fajones apean en los muros interiores en ménsulas.
Un incendio destruyó en 1903 parte de este claustro, que se reconstruyó siguiendo las pautas originales.
Son obras del siglo XIII, extraídas de su ubicación original en el antiguo monasterio románico y embutidas en la construcción barroca.