[3] Fue un corredor atípico, se distinguía como clasicómano y como esprínter, algo que no era muy habitual en el país de la época.
[6] Ningún corredor nacional volvió a sumar un triunfo en este tipo de carreras hasta que Óscar Freire la ganó en 2004.
Simultáneamente comenzó a brillar en el ciclismo de pista, confirmándose como un muy buen velocista.
[3] Al año siguiente, en 1945, logró su primera victoria de cierta importancia: el Trofeo Jaumandreu.
En 1955 su figura comenzó a tomar talla internacional, ya que entre las diez victorias que logró aquel año se encontraban la general del Midi Libre y dos etapas del Tour de Francia, las acabadas en Dieppe y París.
Suma dieciocho victorias aquella temporada, destacando especialmente su triunfo en tres etapas y la general de la Volta a Catalunya, carrera en la que también se llevó el premio a la Regularidad, y los tres triunfos parciales logrados en el Giro de Italia, en las etapas de Campobasso, Bellaria y la Scalata delle Cavi di Carrara (ex aequo con Anquetil).