Pronto muchos bancos emitieron miniassegni con valores nominales de 50, 100, 150, 200, 250, 300 y 350 liras.
[2] Para superar la prohibición de emitir moneda (prerrogativa exclusiva del Banco de Italia), los bancos imprimieron giros bancarios reales, pagaderos a varias pequeñas entidades y empresas con su endoso preimpreso.
Luego, los cheques fueron tratados como valores al portador y el público los intercambió como si fueran moneda real.
Estas emisiones, impresas en cantidades limitadas, se vendieron a coleccionistas con un margen de beneficio sustancial.
En algún momento, incluso los grandes almacenes intervinieron, imprimiendo certificados de regalo canjeables por productos en pequeñas denominaciones.