Estudió las cabezas óseas y reconstruyó meticulosamente los rostros de más de doscientas personas, incluyendo a Yaroslav I el Sabio, Iván el Terrible, Friedrich Schiller, Rudaki y Tamerlán.
Aprendió a tomar los cabezas óseas de homínidos antiguos y mediante una combinación de mediciones muy elaboradas e investigación anatómica reconstruir un rostro distinguible, incluyendo a veces la expresión más común.
Allí experimentó con cabezas óseas para intentar hallar si podía reconstruir los rostros de tipos raciales.
La leyenda cuenta que los habitantes de Samarcanda protestaron contra la exhumación, alegando que extraer los cuerpos de sus tumbas llevaría a una catástrofe.
Personas cercanas a Guerásimov sostienen que la historia es inventada, pero la leyenda persiste aún.