Miguel Marín

[16]​ En 2011, dado a sus marcas, logros y trayectoria, fue incluido por la FIFA en el Salón de la Fama del Fútbol Internacional en su primera investidura.

Esas condiciones las fue trabajando a destajo pues, ni bien llegó a Buenos Aires, no aceptó tener un empleo de medio día al margen del entrenamiento diario que tenían los jugadores de inferiores del Vélez en ese tiempo.

Una lesión de Rogelio Domínguez, quien fuera destacado guardameta del Real Madrid, dio pie a que el técnico Juan José Ferraro le diera la titularidad.

[25]​[26]​ Miguel se adueñó del arco con autoridad y apoyado en innegables aptitudes: era seguro, plástico y eficaz para custodiar la valla, con inteligencia e intuición para lograr casi siempre una correcta ubicación y sobre todo, sus piernas tenían una terrible potencia, lo que le permitía realizar acrobáticos y estéticos vuelos de palo a palo, como si de un felino se tratase; de ahí a que la prensa le encontrara el apodo que lo acompañó durante el resto de su carrera, habría un paso nada más.

Empataron a unos con River en el partido donde se dio un evento conocido como la «Mano de Gallo».

El plan original era traer a Carlos Bianchi, pero por un tema reglamentario les fue imposible adquirir la ficha del goleador; tenía 22 años y en aquel tiempo los jugadores Sub-23 no se podían vender al extranjero.

Los mexicanos quisieron que el viaje valiera la pena habiendo contratado al menos un guardameta de primer nivel.

[40]​[41]​ El cordobés fue presentado en diciembre de 1971 en su nueva institución, donde prácticamente bajaba del avión y ya se ponía los guantes.

[43]​ En su primera temporada con Cruz Azul, Marín jugó 22 partidos de liga, recibiendo 22 goles.

En la final frente al Atlético Español, pese a perder 2-1 en la ida, se quedaban con el título ganando 3-0 en la vuela, convirtiéndose en tricampeones del fútbol mexicano.

[53]​[54]​ Más tarde ese año, el equipo hizo una gira por China, donde Marín disputaría los 4 encuentros y solo recibiría un gol.

Los españoles cobraron un tiro de esquina por la izquierda, el centro fue cerrado, Marín lo tomó a la altura de la cabeza, cuando bajaba los brazos lo soltó y la pelota se fue para adentro, saltó para intentar detenerlo pero no pudo.

En lo que fue su octava temporada con el equipo, Miguel Marín disputó 38 partidos de liga, recibiendo 32 goles.

Con «Superman» en la portería, la «máquina» solo perdió 6 de los 38 encuentros; en la liguilla jugó los 8 partidos y recibió 5 goles.

[76]​ Ni bien terminó la campaña, ambos fueron prescindidos del cargo, pero permanecieron en la institución para trabajar en fuerzas básicas.

[83]​ Al encontrarse solo en Querétaro, una vez les llegó la noticia, Enrique Meza y gente de Cruz Azul empezaron a hacer los trámites.

[84]​ En 1996, la urna que contiene sus cenizas regresó a México, descansando en la iglesia «Emperatriz de América».

Cuando empezó a jugar en los años 50 en el barrio, al ser de un extracto humilde, pensar en comprar unos guantes era algo que no estaba en sus posibilidades.

En el tiempo de su llegada a Vélez, Miguel tenía muchas actividades, y ahí fue donde se conocieron.

Así que esa noche estuvo un rato en la fiesta y de ahí se volvió a la concentración.

Se concentró para el partido, pero cuando fue al estadio es donde dice «yo no juego y me voy a mi casa».

[61]​ De acuerdo con su familia, Miguel Marín consideraba su etapa como entrenador como un fracaso, pues con el poco tiempo que estuvo con Cruz Azul hasta la sanción, no terminar de trascender con Neza y su pronta renuncia con el Querétaro, nunca lo mantuvieron conforme con su trabajo.

[90]​ Su hijo Max mencionó en una entrevista que su padre siempre espero una revancha como entrenador de Cruz Azul, y que le habría gustado regresar al club y tener el desquite como técnico principal, pero lamentablemente nunca se le dio.

[17]​ En 2012, el Cruz Azul, en conjunto con la marca Umbro, presentaron un jersey en su memoria, que incluía también un libro de 106 páginas con la historia del guardameta, así como un DVD con testimonios de comentaristas deportivos y otras personalidades, dirigido por el cineasta Gustavo Loza.

[94]​[95]​ El suéter contaba con un estilo vintage, tipo polo, manga larga y acabado RIB en puños, inspirado en la particular indumentaria que lució «Superman» bajo los tres palos de la escuadra celeste.

Esto último porque tenían que registrar el uniforme ante el organismo, pues, por ser en rayas horizontales blancas, azul celeste y negro se podía confundir con la playera de juego de la escuadra regia.

[100]​ Al final la decisión quedó en manos del silbante Gustavo Guerrero, quien no permitió realizar el homenaje.

El sobrenombre felino se lo puso su entrenador en Vélez Sarsfield, Roberto Sbarra, en 1963 debido a su agilidad.

Era común escuchar su narración con una frase muy hecha para su gran amigo: «Y me pongo de pie ante el Superman Miguel Marín».

[70]​ Sintiendo una gran admiración por Amadeo Carrizo, que años más tarde se convertiría en su maestro y modelo a seguir, adoptaría de él sus habilidades y destrezas en el arco, con lo que terminaría por desarrollar su estilo de juego.

Marín en sus inicios con el Vélez.
Marín se hace con el balón en un partido de 1968.
Marín en la « Mano de Gallo ».
Marín en sus últimas temporadas con Vélez, posando junto a Carlos Bianchi .
Marín listo para intervenir ante el disparo de Carlos Reinoso en la final ante el América.
Autogol de Marín ante el Atlante en 1976.
Miguel Marín fue el impulsor de los éxitos del Cruz Azul durante los años 70.
Marín en su despedida junto a su esposa y sus hijos.
Marín como entrenador de Cruz Azul en 1982.
Suéter conmemorativo de Marín presentado en 2012.
Miguel Marín dejó una escuela en el futbol mexicano que ha perdurado con el paso del tiempo.