Era buen latinista y muy pronto destacó de manera excepcional con la paleografía, por lo que orientó su vida profesional hacia la archivística.
Casó con Gloria Ruano de la Sota y era familia del escritor César González Ruano, que le cita en Mi medio siglo se confiesa a medias (1951).
Pudo pasarse al otro bando contendiente y llegó a Burgos.
Sobresalió su obra Relaciones diplomáticas entre España y los Estados Unidos del Norte de América en dos vols.
(Madrid, CSIC, 1944-1946), elaborados antes de acabar la II Guerra Mundial y que preludiaban la futura especial relación entre ambas naciones, culminada con la visita a España de Dwight Eisenhower.
Su sillón lo ocupó, tras su fallecimiento, Pedro Laín Entralgo, que glosó preceptivamente su figura en su discurso de ingreso.
Tras jubilarse se le nombró director honorario del Archivo Histórico Nacional.