Su preparación y trabajo han dado origen a un verdadero movimiento musical que recibe el apoyo y reconocimiento no sólo de la crítica en México, sino también de algunos países de América y Europa.
Su labor incluye la formación de músicos profesionales del más alto nivel, que fortalecen el cuerpo artístico de las principales Orquestas Sinfónicas y de Cámara de México.
Desde muy temprana edad destacó por su elevada expresividad como violinista,[1] siendo considerado como una de las grandes esperanzas del medio musical mexicano.
(1968) y la Orquesta Sinfónica de Coyoacán (1984), que dirigió durante 17 años.
[1] Su preocupación por difundir la cultura musical lo ha hecho crear un público entusiasta en el que también se cuentan niños y jóvenes a los que ha dedicado sus conciertos didácticos, recibiendo reconocimientos de la prensa nacional y extranjera.