Los síntomas generales que pueden presentarse para estas patologías incluyen fiebre, malestares, dolor de cabeza, parestesia, dolor o pérdida del bienestar, paresia central o periférica, y pérdida de control de vejiga.
Estos daños causan cicatrices en el sistema nervioso que interrumpen la comunicación entre los nervios de la médula espinal y el resto del cuerpo.
Lo que comienza generalmente por un dolor repentino en la espalda, debilidad muscular o sensaciones anormales en los pies y los dedos de los pies, puede progresar rápidamente a síntomas más severos, incluyendo parálisis, retención urinaria y la pérdida de control del intestino.
El segmento de la médula espinal en el cual ocurre el daño determina qué partes del cuerpo se ven afectadas.
Los nervios de la región cervical (cuello) controlan las señales que viajan hacia el cuello, los brazos, las manos y los músculos respiratorios (el diafragma).