[1] Florencio Parravicini había estrenado en 1920 su obra Melgarejo, una comedia en tres actos que, a lo largo de las representaciones, iba retocando con su característico hábito de “morcillar”,[2] cuyo éxito le había permitido reponerla varias veces.
La película salió muy teatral y el director no pudo con el famoso actor y tuvo que permitirle repetir en cámara los chistes de grueso calibre usuales en sus representaciones; Parravicini incluso realizó algunos “apartes” insólitos en cine, como cuando larga un monólogo acerca del que pierde todo menos la honradez, mientras escucha a un cantor de tangos, o cuando en una escena con un surtidor mira directamente a la cámara y se dirige a los espectadores como hacía en el teatro.
[4] Fue la primera película en la cual –por encargo de Mentasti-Carlos Rinaldi se hizo cargo del montaje que en filmes anteriores hacía Moglia Barth; Rinaldi fabricó una moviola usando la cabeza de un viejo proyector Pathé y un volante que le permitía detener la proyección a voluntad y se instaló en su departamento donde comenzó a operar con sus hermanos Gerardo y Atilio como ayudantes.
Primero estudiaba las tomas elegidas, hasta conocerlas, una vez familiarizado con el material razonaba mentalmente sobre sus posibilidades de armado, luego la ponía sobre el papel escribiendo una especie de encuadre del montaje y recién después cortaba y pegaba, tras lo cual todavía era posible algunos ajustes.
Si consideraba que todavía faltaban tomas para obtener el grado de fluidez, equilibrio estético o valoración dramática deseables, hablaba con el director y si éste estaba convencido las filmaba.