Especialmente comprometido con el desarrollo económico y cultural de su país, fueron relevantes su Informe sobre la Ley Agraria o su Memoria sobre la educación pública.En 1760, bajo la protección del obispo local, parte hacia Ávila para realizar estudios eclesiásticos.Al primer cenáculo pertenecían personajes y amigos íntimos ilustrados, como el escritor Juan Meléndez Valdés, el ministro Cabarrús y el pintor Goya; en tanto que a su llegada a Madrid en 1790, Jovellanos se hospedará en casa de la condesa de Montijo, quien le protegerá también nada más complicarse su situación frente al Ministerio de Gracia y Justicia en 1798.En Asturias no sólo documentó las posibilidades económicas, sino que realizó informes sobre tradiciones y festejos.Tras la alianza con la Francia revolucionaria, Manuel Godoy pretendía realizar ciertas reformas y contar con los más importantes de los ilustrados, por lo que le ofreció a Jovellanos el puesto de embajador en Rusia, que este rechazó.Durante los años de prisión empeoran sus problemas físicos y aumenta su religiosidad.En 1936 y ante la eminente voladura del templo, fueron reubicados por el escritor Pachín de Melás en la Escuela Superior de Comercio con el permiso del alcalde Avelino González Mallada.[4][5][6] Jovellanos cultivó varios géneros literarios (como poesía y teatro) pero sus escritos principales fueron ensayos de economía, política, agricultura, filosofía y costumbres, desde el espíritu reformador del despotismo ilustrado.En ella Jovellanos se mostró partidario de eliminar los obstáculos a la libre iniciativa, los cuales agrupaba en tres clases: políticos, morales y físicos.A esto habría que añadir la reforma de la enseñanza, para hacerla más práctica, dándole más importancia a las materias científicas, y la inversión del Estado en obras públicas.La obra fue objeto de una reelaboración que dio lugar a una versión nueva, hecha entre 1782 y 1790.Su representación no tuvo lugar hasta 1782, trece años después de ser escrita; en aquel año se estrenó en Gijón.La contribución de Jovellanos a la comedia se reduce a una sola obra, y ésta en los límites del género: El delincuente honrado, escrita en Sevilla para la tertulia de Olavide, y estrenada en Madrid veinte años más tarde, en 1767.