Esto se describe en el poema "Enki y el orden del mundo", que también detalla la forma en que se reparten las responsabilidades de diversos oficios y los fenómenos naturales entre los dioses menores.
Enki hace lo posible por aplacarla, señalando aquellos que ella, de hecho, posee.
No sólo estaban almacenados en un lugar prominente en el E-Abzu, sino que Inanna pudo mostrarlos a la gente de Uruk después de que llegara con ellos en su barco.
No queda claro en el poema cómo estas cosas podían ser almacenadas, manipuladas o expuestas.
Los sumerios, aparentemente consideraban los males y pecados como una parte inevitable de la vida de la humanidad, decretos divinos e inescrutables que no debían ser cuestionados.