Maksimilián Voloshin

[1]​ Describió así este período de su vida: Tras su regreso a Moscú, Voloshin no intentó volver a ingresar en la universidad, sino que continuó viajando por Europa Occidental, Grecia, Turquía y Egipto.[1]​ Se ha dicho que su estancia en París y sus viajes a través de Francia tuvieron un efecto particularmente profundo sobre él y que regresó a Rusia convertido en un "auténtico parisino".[1]​ Cuando un loco rasgó con un cuchillo el famoso óleo de Iliá Repin titulado Iván el Terrible matando a su hijo, conmoviendo a la intelectualidad rusa, Voloshin fue la única persona del país que defendió al agresor, indicando que había sido una declaración estética apropiada en relación con una pintura que exhibía tanta sangre y tan mal gusto.Su primera colección de poemas apareció en 1910, y fue pronto seguida por otras.[1]​ Durante la Primera Guerra Mundial, la Revolución rusa y la Guerra civil, Voloshin, que al estallar la guerra vivía en Suiza,[1]​ demostró ser un autor de poemas con un profundo sentido, embarcándose en una exploración, basada en la filosofía y en la historia, de los trágicos acontecimientos que se desarrollaban contemporáneamente en Rusia.Fue conocido por su humanismo, ya que hizo un llamamiento a, "en los días de las revoluciones, ser un humano, y no un ciudadano" y a "en los disturbios de la guerra, comprender la unidad.La guerra civil lo impulsó a escribir largos poemas relacionando lo que estaba ocurriendo en Rusia con el remoto pasado legendario del país.Más tarde, fue acusado del peor pecado en el libro ideológico soviético: mantenerse al margen de las luchas políticas entre rojos y blancos.Su casa, hoy museo, fue un escondite clandestino para muchas personas cuyas vidas estaban en peligro.
Maksimilián Voloshin, por Borís Kustódiev (1924).