Aunque deseaba convertirse en pintor paisajista desde una edad temprana, por deseo de su padre realizó un aprendizaje con un maestro pastelero en Coburgo.
En este taller se diseñaron escenarios para casi todos los principales teatros de Alemania durante unos 40 años.
Debe mencionarse que Luis II de Baviera también empleó a los hermanos Brückner en algunas ocasiones.
Luis II se lo agradeció regalándole un valioso anillo a cada uno de los dos hermanos Brückner.
Los escenarios de los hermanos Brückner fueron conocidos por su representación históricamente precisa y ganaron fama mundial durante décadas.