No obstante, la boda no llegó a celebrarse, debido en parte a la oposición del rey de Wurtemberg por el pasado carbonario de Luis Napoleón, pero también por las objeciones financieras planteadas por Luis Bonaparte, padre del novio.
Los esposos fueron autorizados a separarse en 1847 por decisión personal del zar Nicolás I de Rusia.
Durante el Segundo Imperio y la Tercera República, mantuvo en París un salón literario muy concurrido.
Bonapartista convencida, recibía en su casa escritores de todas las tendencias políticas: Paul Bourget, los hermanos Goncourt, Gustave Flaubert, Turguénev, entre otros.
Tras la muerte de su primer marido y la caída del Imperio en 1870, se exilió durante algún tiempo en Bélgica, pero poco después volvió a Francia.