[1] El método más habitual para matarlas es aplastarles el cráneo con un pico de hierro[2][3] o con palos con un garfio en una extremidad, si bien en ocasiones se emplean rifles.
Algunos científicos, así como las organizaciones de protección animal que protestan por las cazas, señalan que la debilidad del hielo de los últimos años ha significado una mortalidad muy superior a la normal entre los cachorros.
Organizaciones como la Humane Society of the United States (HSUS) y el Fondo Internacional del Bienestar Animal (IFAW) denuncian que la caza no sólo es "cruel" sino que las elevadas cuotas de caza permitidas por Canadá desde 1996 pueden tener un impacto catastrófico sobre el futuro de la población de focas en la región.
Además, argumentan HSUS e IFAW, los animales cazados son los más jóvenes por lo que el impacto de su desaparición se verá realmente en los próximos años cuando esos ejemplares deberían haber alcanzado su madurez sexual.
Las autoridades canadienses, sin embargo, niegan que su gestión represente una amenaza para las focas arpa.