Su padre era alcohólico y murió cuando el poeta tenía cinco años.
Allí se aficionó a jugar al béisbol y se hizo amigo del que más tarde sería uno de los mayores novelistas de la época, Natsume Soseki.
Los garabateó en una hoja de papel que normalmente usaba para sus pinturas.
Nadie más pronunció una palabra; los únicos sonidos eran las toses ocasionales del enfermo.
El primero de los tres haiku que Shiki escribió en esta ocasión sería conocido como su jisei, o “adiós al mundo”:La luffa ha florecido; mira al Buda
Cuando hubo terminado el tercero, dejó caer el pincel, aparentemente agotado por el esfuerzo.
El médico, que llegó más tarde, tras algunas dudas le dio a Shiki otra inyección de morfina.
Esto alivió el dolor y le permitió dormir; pero la doble dosis pudo haber precipitado la muerte de Shiki.
Hekigoto, junto con Ritsu, lavó el cadáver y lo envolvió en sábanas.