Todo porque observado desde la carretera que lleva hasta su calle principal, el pueblo semeja un pesebre cuyas casas se agarran contra el cerro.
Hacia el año 1760 estos terrenos tenían un solo dueño, el señor Agustín de Castro y su esposa Gertrudis.
Como vivían en el sector que hoy se conoce como corregimiento de San Juan, el traslado todos los días hasta las minas demandaba un gran esfuerzo físico.
Fue ahí cuando decidieron empezar a construir sobre la ladera, encima de los mismos socavones que estaban abriendo para encontrar el oro.
Y a su alrededor no se estacionan los camperos Willyz característicos de los pueblos caldenses.
La gente se moviliza hacia las veredas en chiva, o en camionetas acondicionadas como vehículos de pasajeros.
Mineros de distintas partes del país llegaron hasta estas tierras contratados para sacar el oro.
Ciudadanos ingleses, alemanes, franceses y suecos dejaron leyendas que hablan sobre la explotación de los mineros.
El color amarillo se encuentra en forma de triángulo en la parte superior e inferior del escudo.
El color verde como el amarillo se expresa en forma de triángulos a derecha e izquierda del escudo.
Por último, en la parte baja del Escudo, o arco amarillo, dos ramas de cafeto se entrecruzan.