En 1947 hizo su debut en la Liga Mexicana con los Pericos de Puebla, que comandaba su coterráneo Adolfo Luque.
Fue un excelente jugador de cuadro, muy versátil y seguro.
Su carácter jovial se reflejaba en su juego defensivo y con el bate era una amenaza constante para cualquier pitcher.
Dos temporadas estuvo con el equipo Poza Rica y un breve tiempo con el México.
También actuó en tres temporadas con los equipos Puerto Progreso y Campeche en la Liga Peninsular, mismas en las que su bateo lució en forma notable, especialmente en la temporada 48-49, cuando resultó "Champion Bate" con 0,330 de porcentaje.