Se casó con Urbano Tavares Rodrigues.
[1] Sus obras no pretenden ser tratados de moral, más bien se limitan a insinuar o sugerir posibles opciones a través de textos breves en una narración limpia, intimista y sin excesos estilísticos.
La presencia de sus personajes ahistóricos constituye el escenario sobre el que se ilustran las vidas de abandono y angustia sin remedio que alcanzan brutalmente a la mayoría de los protagonistas de sus cuentos, en los que la soledad es irremediable y perenne, negando cualquier posibilidad de felicidad.
Algunos de los cuentos de Maria Judite de Carvalho ilustran, como una constante, un universo de ficción atravesado por el vacío, por el silencio, por la irreversibilidad del tiempo y por la apariencia: As palavras poupadas (1960) revela el rechazo del discurso excesivo, en una postura de eliminación de lo superfluo; Paisagem sem barcos (1963), Armários Vazios (1966) y el título de los cuentos Impressões Digitais e Vínculos Precários sugiere el vacío que llena las vidas y la superficialidad de las acciones humanas.
A Janela Fingida (1975) parece querer ilustrar el proverbio "no todo es lo que parece", habiendo siempre lugar para la mentira, para la omisión y para el engaño.