Como uniforme usaban una boina blanca, que contrastaba con las rojas de los requetés; y una margarita, normalmente bordada a mano.
[4] Además, ante el ascenso de votos a la izquierda, los líderes carlistas optaron por darle un papel más activo a la agrupación en las actividades políticas, como la participación en mítines y reuniones del partido.
En estas asociaciones, tenían lugar reuniones diarias con otros hijos de los socios, siendo fomentadas actividades lúdicas como juegos, bailes...
[4] Las margaritas trabajaron en hospitales y otras tareas en el bando sublevado, mientras que en la República eran perseguidas por sus posiciones, siendo ejecutadas muchas de ellas.
Sin embargo, se aceptó el decreto y las delegadas provinciales serían falangistas, mientras que las Margaritas asumirían las secretarías.