Margarita Báez Romero

El sector en el que ella militaba era liderado por un legendario político de izquierda, Oscar Creydt, quien comandó por décadas al PCP, pero quien después de la división partidaria, pasó a liderar el sector denominado “pro-chino”, haciendo alusión a su adhesión a las teorías del también legendario líder izquierdista chino, Mao Tse Tung.

Habían desarticulado varias organizaciones: Ejército Popular Revolucionario, EPR, Movimiento Paraguayo de Liberación, MOPAL, Partido Comunista Paraguayo (pro soviético), PCP, Organización Primero de Marzo, OPM, Partido Obrero Revolucionario Armado, PORA.

Resumiendo: en un marco esencialmente represivo, el PCP pro-chino venía realizando esfuerzos por reorganizarse en el Paraguay, lo que de por sí era altamente significativo; era expresión de mucho coraje.

Fui mantenida así durante seis días (esto pude comprobar escuchando las campanadas de la Catedral, que se oía desde allí) sin comida y despierta (para el efecto me derramaban constantemente agua helada).

Durante mi permanencia en esa habitación (48 días en total) venía verme el Director de Política y Afines, el comisario general Alberto Cantero, quien me exigía que le firmara unos papeles que posteriormente serían mi supuesta declaración.

Y que traerían también a mis hermanos para torturarlos… Habiendo transcurrido doce días en aquella habitación llegaron ante mí nueve militares, cuyas identidades desconozco, quienes se burlaban del estado físico en que me encontraba.

Allí recibí continuamente amenazas de ser nuevamente torturada y que me dejarían en ese lugar por muchos años.

Su vivienda, que fue allanada seis días después de su secuestro, sin orden judicial, que se encuentra aún ocupada por la Policía y posiblemente saqueada, como se ha hecho en otras casas.

Entonces dijo: Le solicito, señor Juez, el desalojo del Policía que ocupa mi vivienda para poder así disponer de ella.

No hace falta realizar esfuerzo alguno para imaginar la bronca que despertaba en los interrogadores este tipo de respuestas.

Y la bronca llevaba al castigo sin freno, a torturas inenarrables, que no conseguían doblar, quebrar la voluntad de la militante de alma, dispuesta a dar la vida, si fuera necesario, antes que “entregar informaciones al enemigo”.

Pero lo que mayor ira desencadenó en los agentes policiales fueron sus respuestas con respecto al embarazo.

y me gustó; no le pregunté su nombre, ni dónde vivía… No tengo la más mínima idea sobre cómo se lo podría encontrar… Nunca antes la Policía Política del general Alfredo Stroessner se había enfrentado a tan poderoso adversario, a tan temible mujer.

Los represores montaron en cólera y se ensañaron con María Margarita, quien en el contexto de las interminables torturas perdió a su hijo.