Tanto Sherman como el general Ulysses S. Grant, comandante supremo del ejército nordista, creían que la guerra duraría hasta que fuera destruida la capacidad de los Estados Confederados de América para defenderse.
Para esto Sherman aplicó el principio de tierra arrasada, ordenando a sus tropas que durante su marcha por el Sur destruyeran cosechas, matasen todo el ganado posible y consumieran la mayor cantidad de suministros que consiguieran, no limitándose a subsistir de la producción económica del Sur sino además destruyéndola si no podían consumirla, para destruir la economía del enemigo.
Otra finalidad buscada por Shermán era más estratégica: desde que las tropas unionistas de Grant habían sido detenidas por las fuerzas confederadas del general Robert E.
Lee en Petersburg, Virginia, Sherman proyectaba que movilizar sus tropas en la retaguardia de Lee, por los territorios de Georgia, serviría para que el Ejército Confederado desviara fuerzas para rechazar a Sherman y evitaría enviar refuerzos a Virginia.
Aunque el presidente Abraham Lincoln tenía dudas sobre la viabilidad del plan del general Sherman, este había recogido datos de los censos de Estados Unidos previos a la guerra, para determinar qué zonas de Georgia serían más ricas en agricultura y manufacturas, para dirigir hacia allá sus principales fuerzas.
Rápidamente los tropas nordistas se acercaron a Macon (sin tomarla), y destrozaron las conexiones ferroviarias de la zona, así como puentes sobre el río Oconee, y desbandaron a las tropas confederadas que trataron de oponer resistencia.