El terrible caso comienza cuando su hermano Gregorio declaraba en el proceso por la desaparición y asesinato de Holmberg, y contaba todo lo que sabía; es decir, involucró directamente al Almirante Emilio Massera.
[1] La tarde del 30 de septiembre de 1982, el publicista Marcelo Dupont (sin vinculación política alguna), pasó por la oficina del publicista Iván Allende Iriarte, una costumbre que repetía todos los días.
Ese día en particular bebió un vaso de leche y según pudo saber la investigación judicial de la causa más tarde, estaba preocupado porque creía que un Ford Falcon oscuro lo seguía, que era el sinónimo de tener la muerte pisándole los talones.
La sociedad porteña quedó consternada, y el caso tuvo amplia cobertura, incluso en medios como la Revista Gente.
Dupont padre, cuya autopsia reveló que sufrió horribles torturas antes de morir y que fue tirado desde lo alto de un edificio ya casi fallecido, dejó una familia con hijos que nunca pudo recomponerse del todo, y en cierta forma su asesinato fue ninguneado por años por los historiadores y periodistas, hasta bien entrado el siglo XXI.