En 1918, regresó a la Ciudad de México, continuando sus estudios primero con las Madres Dominicas y después, pasó al Instituto Católico para niñas, durante 3 años.
Bajo la dirección de catequistas experimentadas, inició la enseñanza del catecismo, fundando ella después su propio centro catequético en su casa.
Adicionalmente fue secretaria y tesorera del Comité Parroquial de San Juan Bautista, que atendía a 2300 niños.
Fray Alejandro Torres alcanzó a ungirla con los Santos Óleos poco antes de que muriera, algunos minutos después.
Esto originó que Tomás Garrido Canabal dejara su puesto en el gabinete del Presidente Lázaro Cárdenas y se fuera en un "exilio disfrazado" patrocinado por el Gobierno Federal como una misión hacia Costa Rica y la República Dominicana.