El resultado del asesinato devino en una crisis política de repercusión nacional, en la cual llegó incluso a intervenir el entonces presidente argentino, Carlos Menem.
Le gustaba escribir poemas, era una buena estudiante y le había comunicado a su madre que, cuando terminara el secundario, estudiaría para ser maestra jardinera ya que era una carrera corta y, con su sueldo, ayudaría en los gastos de la casa.
La escena del hallazgo fue alterada, manipulada por tres individuos vistos por un colectivero.
Más tarde se supo que había muerto de un paro cardíaco por una dosis letal de cocaína que le habían obligado a consumir sus secuestradores, violadores y asesinos.
Fue reconocida por su padre por una pequeña cicatriz en una de sus muñecas, ya que su cuerpo estaba totalmente desfigurado, con la mandíbula fracturada, quemaduras de cigarrillo, le faltaba el cuero cabelludo, las orejas y un ojo.
[5] Se tardó más de dos meses en abrir la investigación judicial, y una vez que la justicia intervino, el favoritismo hacia los posibles involucrados fue evidente.
En esas condiciones, Ángel Luque ―diputado nacional por Catamarca y padre de Guillermo Luque―, declaró que si su hijo hubiera sido el asesino, el cadáver no habría aparecido.
En esas condiciones, recién en 1996 se inició el juicio oral por el asesinato de María Soledad.
La televisión nacional dio amplia cobertura al juicio transmitiéndolo en directo y registró en detalle los gestos de los jueces que evidenciaron una actitud parcial.