A pesar de su gran atractivo físico, la pelirrojiza María Angélica era, según los cotilleos de la corte, "tan estúpida como una canasta", está declaración provocó que Luis XIV se enfadara con Montespan o Maintenon.
Luis mostró su gran afecto por María Angélica con el uso de cintas en su vestimenta a juego con las que llevase ella.
El rey le concedió 100.000 coronas al mes y el doble de regalos que a sus antiguas amantes, pero no pudo agotar su extravagancia, y su carruaje era conducido por ocho caballos.
Luis XIV con ya cuarenta años, de repente se sentía joven otra vez: llevaba diamantes, cintas y plumas, todos los días iban a fiestas, ballets y comedias, nunca había sido empujado a tal lujo hasta ese momento.
Pero esta historia fue considerada falsa por muchos en Versalles, porque, según ellos, el rey, de hecho, ya la había olvidado.