Marés González

En Santiago consiguió su primer trabajo como dibujante técnico en la Editorial Zig-Zag[8]​ y paralelamente ejerció la costura en un pequeño taller de su hogar.

«Una y otra vez Salvador Allende estará en el Antonio Varas con Tencha, pasará a saludar a Marés al término de la función, le enviará una tarjeta, unas flores», relata Eduardo Labarca en su libro Salvador Allende, una biografía sentimental.

Asistió el presidente Salvador Allende, José Tohá, Gladys Marín, Volodia Teitelboim, entre tantas otras personalidades políticas y culturales del país.

En 1973, comenzó a participar activamente en actos públicos en apoyo al gobierno socialista de Allende.

[13]​ En este periodo, Marés González fue declarada «persona peligrosa» por Pinochet, cuyo nombre aparecía en las listas negras del régimen militar.

Ante la persecución, la actriz logró obtener exilio político en Grecia, y luego se radicó en Francia, donde continuó actuando en el teatro en la ciudad de Aviñón.

[cita requerida] Su primera incursión en teatro en Francia fue en 1974 con la obra Quelle heure peut-il etre à Valparaíso, de Neruda, en el Théâtre Nanterre-Amandiers,[14]​ junto a Héctor Pavez, Gracia Barrios y José Balmes.

[15]​ Luego se incorporó a la prestigiosa Nouvelle Compagnie d’Avignon de Andre Benedetto, participando en obras montadas en el Théâtre des Carmes.

En 1976, encargó a Aleksándra Kolontái, en el papel principal de la obra Òpera d’Avignon.

«Actué en papeles muy diversos, y pude salvar la barrera del idioma a fuerza de voluntad.

También hice máscaras, fabriqué utilería, pinté decorados, casi infinidad de trajes, diagramé afiches, escribí artículos.

Es increíble la cantidad de cosas que se pueden realizar obligada por la necesidad y el amor al teatro».

[16]​ También actuó en Les drapiers jacobins (1976), Parcours Vénitien (1977), Saint-Féniant et Dame Paresse y Ville à vif (ambas en 1978).

[17]​[18]​ En 1979, Marés González regresó a Chile por orden del Partido Comunista, ante las inestables condiciones de protección que se encontraba en Francia.

El plan de integrarse al teatro falló, y las aspiraciones económicas comenzaron a surgir rápidamente.

Su regreso fue con el espectáculo Cabaret, dirigido por Hernán Baldrich, producido por la Compañía de Danza Mobile entre 1979 y 1980.

En 1981, marcó su debut en telenovelas, actuó junto a Jael Unger y Walter Kliche en la exitosa producción La madrastra, de Canal 13.

Es por eso que los actores y actrices no debían estar involucrados con algún partido político o la dictadura; por supuesto, esto perjudicó a Marés.

Durante la década, se le vio en algunas producciones televisivas con personajes más bien pequeños, también incursionó en el teatro independiente con montajes de poca trascendencia.

Luego del declive en su carrera, Marés tomó medidas para convertirse en su propio instrumento de trabajo.

La telenovela recibió críticas mediocres y, aunque su elenco fue suficiente para atraer una leve audiencia, no cumplió con las expectativas de Canal 13, lo que generó el despido del director.

Marés fue elogiada por su trabajo en las primeras reseñas, que le dieron atracción principal por sobre otras actrices de reparto.

Su caracterización fue aclamada por la alta audiencia, y con el paso del tiempo se transformó en un Icono pop.

En el mismo año, se subió a los escenarios por última vez, con 80 años de edad, en la obra Provincia Kapital, en Matucana 100.

La siguiente telenovela de Marés fue Los Capo (2005), con Luis Alarcón, Elsa Poblete y Álvaro Morales que fue mal recibida.

La octava telenovela con Sabatini se estrenó en 2005: una superproducción dramática ambientada en la colonización italiana en Chile de 1900.

Vista por algunos como peligrosamente decadente, no se le ofreció trabajo durante 2006, quedando en una cesantía artística.

No volvió a trabajar hasta 2007, cuando apareció en algunos capítulos de la telenovela Fortunato, en un rol antagónico.

En Argentina conoció al francés Pierre Eppelin —quien por aquel entonces radicaba en Chile—, contrajo matrimonio en 1948, y tuvo una hija llamada, Claudia.

Otros admiradores de la actriz han sido Hortensia Bussi, Víctor Jara, Atahualpa del Cioppo, Volodia Teitelboim, José Balmes, Gracia Barrios, Malú Gatica, Bélgica Castro, Carmen Barros, Luis Alarcón, Sonia Mena, Fernando González Mardones, Yael Unger, Ana Reeves, Claudia Di Girolamo, Maricarmen Arrigorriaga, Pablo Illanes, entre otros.

El Portal Fernández Concha fue el lugar de residencia de la actriz durante sus últimas tres décadas.