Fue en el seminario bracarense donde modificó su nombre de bautismo, añadiéndole "Himalaya" debido al apodo que uno de sus compañeros le había puesto debido a su elevada estatura.
Con este aparato consiguió una temperatura de aproximadamente 3500 grados centígrados utilizando la radiación solar, un calor suficiente para fundir la mayoría de los metales.
Sin embargo, a nivel empresarial el invento fue en gran parte ignorado, debido al auge de la industria petrolífera.
Esta pólvora cloratada fue probada primero en canteras y posteriormente en varios arsenales del ejército estadounidense.
En 1932 regresó a Portugal, donde falleció, con 65 años, en Viana do Castelo, enfermo de poliomielitis.