Dado a conocer el 10 de octubre de 1868 en su finca La Demajagua durante lo que fue conocido como el Grito de Yara y que inició la Guerra de los Diez Años por la independencia de la entonces Cuba.
En él quedaron plasmados los objetivos que perseguían los revolucionarios cubanos y que los llevaron a dar el paso de alzarse en armas contra la metrópoli colonial española, congregó a un grupo de comprometidos, y les dio la libertad a sus esclavos y leyó su proclama de independencia.
Entre los principales objetivos que planteaba el documento resaltan el de lograr la independencia total de España y la gradual abolición de la esclavitud a cambio de una indemnización que se le otorgaría gradualmente a los terratenientes.
El texto no deja duda alguna de los propósitos que se perseguían con la lucha.
Céspedes dio aplicación práctica inmediata a la declaración al otorgarle la libertad a sus esclavos y hace un llamado para que todo aquel que quisiese se incorporara a la lucha en un plano de completa igualdad con los blancos.