Abre con un Andante Maestoso en 4 tiempos; después de los 52 primeros compases, sigue en 12/ 8.
Desaparece el coro y sale Yole que acompañada de Ruggero cantan a dúo un aire en la mayor y sigue siempre a dúo con el magnífico Andantino en fa: Si fuggiró; Oh!
Llena de verdad la stretta que sigue al Allegro agitato en la bemol.
A los gritos de Imelda sale Manfredi con todo el Mosso en la bemol.
Giribaldi ha combinado con mano maestra el coro final con los distintos instrumentos, principalmente con los fuertes de trombones, pistones, trombas, etc.
Acción del segundo acto Comienza este acto con el magnífico coro de bandidos, con un allegro con brio en re mayor que imita con la mayor naturalidad el ruido y juego de los dados tirados por los bandidos, remedando al mismo tiempo con escalas de terceras por el cuarteto de madera, el derrame del vino en los vasos, lo que más viene a demostrar la intuición del maestro para traducir en todo lo posible las más difíciles situaciones.
Concluye la escena de Roberto y se anuncia la entrada del jefe Ghino Tacco por un corno que se oye en lontananza cuya idea feliz es digna de aplauso.
Al levantarse el telón aparece Ruggero en prisión que dice un gran recitado, mientras se oye el coro interno, cuya escena es de grandísimo efecto.
Después de la culminante escena de Manfredi y Yole, aparece Imelda, anunciando a Ruggero, el que viene a denunciar a Manfredi la conspiración que se trama contra él en el Castillo de Caserta.
Se oye enseguida otra banda que se halla a la cabeza del ejército italiano y siguen algunos recitados que hubiera sido más conveniente suprimir.
Aquí viene otro punto culminante y bien calculado por el maestro: se reúnen todas las masas corales, artísticas e instrumentales para cerrar el acto con un grandioso de notable efecto; en este final hallamos dos motivos completamente destacados, uno de otro, que se encuentran colocados en orden de sucesión produciendo aquel entusiasmo que debe haber al prepararse para combatir los enemigos de la patria.
Después del muy exitoso estreno en 1878 de la ópera La Parisina, Tomás Giribaldi escribe su segunda ópera, Manfredi di Svevia para la cual utiliza, como en el caso de La Parisina, un texto en italiano.
Pero el estilo musical de Tomás Giribaldi había evolucionado desde la composición de La Parisina y las novedades musicales del Manfredi di Svevia y el deficiente libreto no lograron convencer al público que esperaba una obra con música similar a la de La Parisina.