En 1465 el pintor ejecutó un altar para la abadía benedictina de Liesborn Su nombre no es mencionado por el historiador del monasterio, quién, aun así, declara que los griegos le habrían considerado un artista del primer rango.
La cabeza del Salvador aún se preserva igual que los bustos de los santos y varios ángeles con cálices dorados.
La Virgen, con un manto azul sobre una túnica de brocado de oro, está en su reclinatorio mirando hacia el ángel, quién, con una vestimenta lujosa y aguantando en su mano izquierda un cetro, le entrega su saludo.
La "Presentación en el Templo" muestra un sacerdote venerable, a quien la Virgen presenta al Niño Jesús puesto en una tela blanca: tres testigos rodean el sacerdote, mientras la madre está atendida por dos sirvientes llevando palomas.
El Liesborn el artista no es tan realista como van Eyck, pero su gran característica es el gusto por la pureza.