Macario I de Jerusalén

- † hacia 335) fue el último obispo de Aelia Capitolina y el primer arzobispo griego de Jerusalén aproximadamente entre 314 y 333.

[1]​ Se le atribuye haber participado en el descubrimiento de las reliquias de la Santa Cruz junto con Santa Elena y la coordinación de la construcción de la primera Iglesia del Santo Sepulcro, mandada construir por el emperador Constantino.

[2]​ Macario nació probablemente hacia el año 250, se distinguió por su elocuencia.

Sucedió a Hermón en la sede de Jerusalén[3]​ y durante su episcopado, tuvo que enfrentarse a la herejía arriana, que ya causaba un profundo cisma en la iglesia oriental, a la cual combatió con ahínco durante el primer Concilio de Nicea, en el cual defendió la creencia en el «descendimiento a los infiernos» y su nombre encabeza la lista de los obispos palestinos firmantes de las actas de dicho sínodo.

Conforme testifica Eusebio,[4]​ después del concilio, Macario fue el encargado por el gobierno imperial, para la búsqueda e identificación de las reliquias existentes en la ciudad, lo que llevó al descubrimiento de la Vera Cruz y la posterior construcción, a gran escala, de los primeros templos cristianos sobre estos antiguos lugares de culto, entre ellos: la Basílica del Santo Sepulcro, la iglesia del Cenáculo, entre otras.