Mabel busca la caja y cuando se da cuenta de lo sucedido llama a la policía y sobreviene el caos.
De hecho, cada uno dirige sus escenas sin preocuparse mucho del otro.
Mabel por otro lado hace su parte y el reencuentro de los personajes da unidad a la película.
Charlot, más elegante que de costumbre, actúa con una brutalidad y audacia sin límites.
Ni la autoridad de la policía ni el número de sus adversarios lo detienen un momento y su fuerza es igual a su insolencia.