Por sí mismo, esto ofrecería una pequeña seguridad; sin embargo, después de encriptar cada letra, los rotores avanzaban posiciones, cambiando la sustitución.
El siguiente en intentarlo, fue el estadounidense Edward Hugh Hebern en 1917 (solicitud de patente en 1921).
Todos ellos solicitaron patentar sus ideas e investigaciones sobre las máquinas de rotores.
Ya en 1918 existían los primeros prototipos, llamados "Probemaschinen", de la máquina alemana que más tarde se haría famosa como Enigma.
Algo más seguros eran los esquemas que implementaban varios alfabetos, llamados cifrados polialfabéticos.