Isaac Singer empezó a fabricar su máquina de coser en 1850.
Como su situación económica era desesperada, le ofreció venderle los derechos por 2000 dólares.
Singer rechazó la oferta de una forma sumamente grosera e incluso amenazó físicamente a Howe.
Singer y su socio, el abogado Edward Clark, corrieron rudamente al frágil inventor.
En ese momento, la máquina de coser era algo que ya se veía necesario, ya que se estaba gestando la revolución industrial.