Ya en el siglo XI un cordón de muros, renforzado con algunos toreónes, encerraba completamente el centro poblado, en el cual se encontraba el palacio de los Condes de Luserna, la capilla dedicada a san Miguel, y algunos acampamentos militares.
Así aconteció en 1690 cuando, en la guerra entre Francia y el Piamonte, la ciudadela fortificada fue conquistada por los franceses y los muros ya no fueron reconstruidos; de esa forma fueron paulatinamente desapareciendo totalmente.
Luserna se sitúa en la entrada del valle, por esta razón desempeñó por decenios un rol preponderante en el pequeño pero densamente poblado territorio circundante.
En Luserna establecieron, en varias oportunidades, su centro de acción los inquisidores y los predicadores llegados para tratar de convertir a los valdenses a la iglesia católica.
A mediados del siglo XVII, las localidades de Luserna y San Giovanni fueron dos municipios separados.